Querida Beatriz,
Sé que es probable que no quieras leer esto. Seguramente te preguntarás por qué no te he enviado un mensaje o por qué no te he llamado. Me parecía que llamarte podría parecerte demasiado osado, pero un mensaje me parecía demasiado frío, así que he preferido escribirte esta carta.
Quiero que entiendas que lo que te voy a decir a continuación no es fácil para mí, pero no puedo seguir así sin que lo sepas.
Desde que te vi por primera vez no he podido dejar de pensar en ti. Tu mirada, tu sonrisa, tu forma de ser... me cautiva y me inspira de manera que nunca nadie antes lo había hecho en mis treinta y un años de vida. Nadie ha conseguido causar tal impacto en mí. Sé que hay cosas que no me dices, cosas que te preocupan, y quiero pedirte disculpas si en algún momento he parecido entrometido, pero lo que más me duele es verte sufrir. Ojalá pudieses confiar en mí y me contases lo que te preocupa, porque al menos intentaría ayudarte en lo que fuese posible. Quiero que sepas que entiendo que no quieras nada conmigo. Entiendo que la edad es el primer problema, y sé que tú tienes que ser feliz y experimentar con gente de tu edad. Lo siento si he sido demasiado osado en mis actos, pero es que cuando estoy contigo no me acuerdo de la edad que nos separa. Cuando estoy contigo es todo tan normal y tan natural... Estos últimos días no he podido dejar de desear haber nacido más tarde para poder haber tenido alguna posibilidad contigo. Lo que quiero decir es que te quiero, Beatriz, y que estoy enamorado de ti, y que espero me perdones por escribir estas palabras, pero no puedo guardarlo en mi corazón. Aun sabiendo que te perderé, quiero que sepas qué es lo que siento y que jamás he sentido por nadie lo que siento por ti.
Todo mi amor para siempre,
Simón.